martes, 13 de diciembre de 2016

Comentarios acerca de “Nostalgia de la Luz” de Patricio Guzmán.

Carolina Donnari

La película comienza con una toma de un telescopio. A partir de ella parece sugerir su tema: en principio, nos encontramos ante un documental sobre astronomía; más específicamente, sobre los telescopios instalados en el desierto de Atacama, en Chile. Sin embargo, en una de las escenas siguientes se nos da una pista: el director introduce una reflexión sobre su propia infancia, en la que encuentra el germen de su interés por la observación del cielo.
Desde las primeras escenas del observatorio de Atacama, el desierto marca su presencia silenciosa y omnipotente. Es el desierto el que permite que, en este rincón del mundo, la observación astronómica se desarrolle como en ningún otro sitio, debido a la ausencia de humedad, contaminación atmosférica y otros factores adversos. El desierto conserva, además, huellas de otras culturas que habitaron anteriormente el actual territorio chileno, preservadas a la perfección por el alto nivel de salinidad de la tierra, lo que permite que sean estudiadas por un grupo de arqueólogos.
Súbitamente, las palabras de uno de los astrónomos del observatorio revelan una conexión aún más íntima con el campo de estudio de sus colegas de las ciencias sociales. Al igual que la arqueología, la astronomía también trabaja sobre un objeto imposible: el pasado. Las estrellas y galaxias que los astrónomos observan probablemente ya no existan. Están situadas a millones de años luz, lo cual significa que su luz ha tardado millones de años en llegar a nosotros. Eso que el astrónomo observa es algo que fue, algo que ya no está ahí.
Algo que fue, pero que sigue ahí: el desierto esconde también moradores involuntarios y terribles. Durante la dictadura más atroz de la historia chilena, el gobierno de facto de Augusto Pinochet estableció en el desierto de Atacama un campo de concentración donde encontraron la muerte gran número de prisioneros políticos. Sus cuerpos fueron trasladados clandestinamente y se desconoce su ubicación, pero el desierto aún guarda algunos fragmentos óseos. Un grupo de familiares de esos muertos los busca sin descanso, intentando de alguna manera darle un cierre a ese destino trágico.

¿Qué forma de pensar habla en Nostalgia de la luz? ¿Estamos ante un pensamiento de forma laberíntica? Tal vez, pero de ninguna manera se trata de un laberinto lineal, mucho menos binario. Si debemos buscar una figura que represente el movimiento del film, sería adecuada la una espiral: la película parece girar en círculos concéntricos en los que se van develando distintas capas de sentido. En ese despliegue, el desierto funciona como un espacio único en el que co-habitan múltiples dimensiones. Y en el centro de esa espiral, atrayendo y modulando las distintas tramas narrativas, se esconde -y se manifiesta- el Minotauro: la cuestión del tiempo, tiempo que es a la vez cósmico e histórico; tiempo que se introduce como pasado pero que pronto revela que no se trata de un pretérito claudicado, sino de lo sido que arraiga y repercute en nuestro presente, en nuestro futuro, marcando nuestra existencia desde la sideral distancia macrocósmica, pero también desde la memoria y el dolor de la experiencia subjetiva. 

Ma. Alexandra Continanzia

El titulo no nos dice mucho de antemano. Es una película documental tipo ensayo, política y poética, que quiere trasmitir memoria. No imaginamos a que apunta el film al leer ese título. Los espectadores pueden ser grandes o chicos, con o sin información previa, es para todo público. Es una película no comercial, distinta. Nadie va a imaginar en el principio que es una denuncia de un drama. La idea es hacer memoria, para que el olvido monstruo no nos atrape. Se pone todo en la mesa y uno saca sus conclusiones….
Entramos con las imágenes y reportajes en un laberinto que nos enfrenta a un minotauro sangriento, que se lleva lo mejor. Entramos lentamente a una historia política dolorosa que se quiere esconder como un secreto a voces de familia, aun para los que nacieron luego de este conflicto la historia les pesa.
Cada personaje que aparece con su entrevista es un nodo que se conecta siempre con todos los personajes del film.
Hay muchos personajes protagonistas fuertes, todos conmovedores, preciosos, necesarios y enganchados, en donde se muestra el contraste de dos tipos de buscadores, unos que miran el cielo, como lugar infinito y misterioso, lugar inhóspito, y otros que miran ese suelo, también presentado como lugar infinito y misterioso, escondedor de secretos a develar.
Aparece un desierto inmóvil, que no es la nada, muy por el contrario habitado por historias, caminos, huellas, viento, sal, pinturas, construcciones, tecnología de mineras, memorias, pasado que habla, observado y habitado por historiadores, espíritus, arqueólogos, geólogos, paleontólogos, astrónomos y calcio, mujeres que miran para atrás, para abajo, todo transporta al pasado, todos buscando obsesionadamente esas luces que son las razones de sus vidas, en noches profundas y negras.
“Todos miran atrás para comprender mejor el futuro. Ante la incertidumbre del porvenir, el pasado nos habla”, dijo alguno….
Los grandes observadores buscan personas o estrellas, todos hechos de la misma materia
Muchos trabajan como en silencio contra el olvido, replicando planos, contando experiencias, haciendo memoria, buscando huesos, momias dormidas, vestigios de otros viajeros, con los ojos y la cabeza en el cielo, con los ojos y los pies en la tierra.
Este documental insólito, atípico, singular con imágenes del cielo, del desierto y entrevistas diversas, muestra muchas aristas, y muestra un drama, en forma tranquila, dulce y bella, como la ciencia, la astronomía, la arqueología, la etnografía, la historia, el misterio, lo espiritual del hombre, sus afectos, su sed de verdad y justicia, sus ansias de conocimiento, con la presencia de lo político, como denuncia, muestra lo grandioso de la armonía del mundo y muestra el caos miserable de las dictaduras, habla de la química y sus componentes (los huesos y las estrellas tienen el mismo calcio).
También nos interroga… y nos muestra que mientras ese pedazo del desierto de Atacama, a 3000 metros de donde vivimos grandes mayorías, se llena de científicos de distintas partes mirando el cielo, en esos observatorios envidiables, en Chile no están resueltos ni la mitad de los crímenes de lesa humanidad más cercanos y no se llena visiblemente de personas buscando verdad, justicia y huesos.
Solo unos pocos se movilizan….  como nos cuesta…miramos la luz de las estrellas y permanecemos en la oscuridad de muchas cosas que también nos tocan, más próximas.
Dicen las sinopsis de la película: “Nostalgia de la Luz es un film sobre la distancia entre el cielo y la tierra, entre la luz del cosmos y los seres humanos y las misteriosas idas y vueltas que se crean entre ellos”. Nos afirman que mientras la transparencia del cielo permite ver hasta los confines del universo, abajo, alrededor, la sequedad del suelo preserva los restos humanos intactos para siempre, y esa transparencia no permite ver a todos la clara historia reciente allí y en casi toda América.
También allí un grupo de mujeres remueve las piedras: busca a sus familiares, a las víctimas y esa búsqueda calma aparece poéticamente con una dimensión cósmica.
Además de los elevados observatorios pintorescos, hay otra construcción como aplastante, que en un principio perteneció a mineros explotados encerrados y vigilados, y luego continuó como otra forma de cárcel de la dictadura, por donde en ambos casos pasaron muchas vidas, en un lugar poco propicio para la vida de nuestro planeta.
Cuando leí este título y vi la película, me acorde de un corto documental “Polvo de Estrellas” local, que hicieron los chicos alumnos de la escuela el CEPT 12 de Villa Ventana (Pcia. de Buenos Aires hace unos años para el Programa Jovenes y Memoria), para Ana Teresa Diego (Bahía Blanca, 1954, 1976?). Una joven de nuestras escuelas UNS desaparecida en dictadura, brillante estudiante, que luego de terminado el secundario se fue a estudiar astronomía a La Plata y de allí se la llevan.
Según decidió la Unión Astronómica Internacional (UAI), el asteroide (11441) se llama ahora Anadiego en honor de ella. (Se hizo a pedido del decano de la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de la Universidad de La Plata, Adrián Brunini.
(Se puede Ver: Documental: Polvo de Estrellas "Ana Teresa Diego" (2006) https://www.youtube.com/watch?v=5QQNaD8xsVI   o   https://www.youtube.com/watch?v=jebOPaQ2CK4 ).
En esa historia con historias, esta Valentina que busca estrellas y a sus padres desparecidos, y que, creo injustamente, “se atribuye un defecto de fabricación que sus hijos afortunadamente no tienen”, tal vez ese defecto de nacimiento sea de todos.
El atrapante documental apunta a estampar en las memorias una versión de la historia chilena que está ausente de sus libros oficiales. De hecho este relato de resistencia en alguna escuela chilena no se pasó por censura, seguramente en otras partes como también pasa aquí, ni siquiera se puede hacer esa propuesta de recordar para luchar contra el olvido.
La película nos deja ver que las estrellas recién nacidas se forman con nuestros propios átomos al morirnos, que Chile es el principal centro astronómico del mundo y que todavía hay un gran porcentaje de crímenes sin aclarar de la dictadura. Nos muestra que los astrónomos chilenos miran estrellas que están a millones de años luz en el pasado mientras que los niños no pueden leer en sus textos escolares lo que pasó en su historia reciente de hace apenas 30 años. Y así el film nos despierta preguntas entre muchas imágenes de gran remanso de paz que nos envuelven en tanto dolor… todos al ver el film deseamos mirar el cielo, y viajar a ese desierto, solidariamente con una pala, o con una excavadora…
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Dalma Fernández

La primera película que mire fue “Nostalgia de la Luz”. La misma cuenta dos historias, donde ellas van formando parte de muchas historias más, relacionándose y creando así el relato. Transcurren en el mismo sitio y tiempo, pero tratan sobre distintos espacios de tiempo: en el desierto de Atacama un grupo de Astrónomos estudian las estrellas y sus formaciones. En ese mismo sitio un grupo de mujeres buscan los restos de sus familiares y amigos desaparecidos por la dictadura chilena.
A través del trazado de mapas, el pensar como forma, se ve un desarrollo de rizoma. Es un laberinto en forma de raíz. Sus nodos principales son las historias de los astrónomos y las mujeres. Pero a medida que transcurre la película vamos observando que esos nodos están alimentados y viceversa por otras historias que van formando el enjambre de información. No hay un desarrollo lineal, ni tampoco está la opción verdadero/falso como variante al laberinto.  En el proceso de la película se presentan más preguntas que certezas.  En este pensar como forma de raíz, los temas se relacionan y desde un principio de la película se puede ver como estos dos actores principales, de alguna forma terminan teniendo correspondencia y siendo actores de un mismo todo.
Los nodos principales dan lugar a los nodos secundarios y en ese contexto estos nodos secundarios en partes de la película empiezan a tomar importancia. Los originales nodos principales como historias generales y los antes nodos secundarios y ahora nodos principales como historias en primera persona de esas historias generales de los antiguos nodos principales. Así cada nodo va tomando importancia a en algunas partes de la secuencia y sobre todo, esa importancia apoyada en imágenes para redoblar la apuesta.
Las imágenes tienen un gran peso en la producción. Estás cargadas con contenido funcionan como descripción gráfica de lo que se está narrando o de lo que no se dice con palabras pero se muestra con ellas. Incluso en gran parte de la película se muestran imágenes, sin diálogos. Imágenes que nos siguen contando la historia, sin necesidad de tener un narrador.
Uno de los elementos más importantes del dibujo es que puede fácilmente transmitir ideas, conceptos, sensaciones y sentimientos, independientemente del grupo al que uno pertenezca, teniendo un idioma diferente al del autor, viviendo en lugares distintos. Esa universalidad del lenguaje escrito nos permite comunicarnos. En las imágenes donde se muestran los dibujos primitivos en las rocas de Atacama, se ve en dibujo y se ve la interpretación que se hace del dibujo. Y es esa interpretación que se muestra a través de la filmación. Imágenes de imágenes.
En los primeros minutos de la película se ve por un lado lo que se capta con la lente de un telescopio de las estrellas, y a su vez, a las mujeres caminando por el desierto.  De ese mismo desierto la historia de los presos políticos, de cómo memorizaron el espacio de los campos de concentración, como lo construyeron en su mente para reconstruirlo con la libertad como dibujos en papel, dibujarlo en el espacio infinito del desierto que había visto la destrucción de los campos para no dejar rastro.
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María Victoria Gomez Vila

El film de Patricio Guzmán es una suerte de quietud atravesada desde múltiples perspectivas por una única dimensión temporal, la del pasado. Cuando hace referencia al tiempo pretérito, se construye una noción de marca que dicta el ritmo de la vida tanto humana como universal.
Aquí puede verse otra oportunidad de interconexión entre disciplinas aparentemente disímiles. De un modo muy especial, Nostalgia de la luz logra hermanar a la astronomía, la arqueología y la antropología forense en el vasto territorio del desierto de Atacama en Chile. Dichas ciencias comparten un mismo espacio y una misma preocupación por los orígenes, por la pregunta “¿De dónde venimos?”. Cada una aborda este tema: la astronomía se interesa por los orígenes del universo material existente (el pasado absoluto), la arqueología por los orígenes de nuestra cultura (que conlleva la elaboración de una conciencia del tiempo) y la antropología forense por los orígenes del olvido del pasado cercano en la sociedad chilena.
Pasado el punto de declarada maravilla ante las posibilidades de la ciencia, el film se detiene frente las imposibilidades sociopolíticas de la última disciplina citada, la antropología forense. Esto no se debe a una dificultad interna de la misma, sino a un programa de ocultamiento deliberado de la historia inmediata de Chile. Un arqueólogo se explaya precisamente sobre ese contrasentido: “Las historias más cercanas las hemos ocultado (…) No queremos acercarnos porque sería una historia acusatoria. Y eso no le sirve nadie”. Los astrónomos retratados en el film también reconocen esta particularidad de la sociedad chilena. El contraste entre el despliegue tecnológico multimillonario para hurgar en el espacio exterior y la lucha de un puñado de mujeres que excavan la tierra con sus manos para encontrar a sus desaparecidos denuncia un abandono del compromiso por averiguar qué pasó con Chile en una determinada época.
Este signo triste de lo sucedido en las arenas de Atacama no queda encerrado en un círculo vicioso. Hay un poder de reconstrucción de los diferentes planos del pasado como compatibles entre sí. La historia del Universo, la historia del hombre y la historia de un pueblo se tornan visibles en la extensión del desierto que, desde la nada misma, nos dice algo. En verdad, el aspecto más logrado del film es su invitación de hacer presente el pasado. Un pasado que ya no existe, pero que perdura.
En este caso, los materiales de creación fílmica se asemejan en ciertos puntos a la obra anterior. Los testimonios orales ponen en valor el reconocimiento de una tragedia: mientras que las voces de los científicos se ponen en relación con las de las víctimas, el relato en off del cineasta apela a una mirada apasionada y comprometida con la historia, la política y la ciencia de su país. Las imágenes que priman en esta interpretación son dos, el polvillo en suspensión y las texturas. Por una parte, el polvo se sostiene como el hilo conductor de la trama. Es una figura incierta que podría aludir a una galaxia en movimiento, una mota sobre la lámpara de una mina en ruinas o la última partícula del cuerpo de un desaparecido. ¿A qué se resiste el polvo? Al olvido. Por otra parte, la textura de una roca, de un hueso o de un cráter lunar sugiere una alternativa a la comprensión de la realidad. “Mientras las mujeres tocan la materia del desierto”, narra Guzmán, “los astrónomos descubren que la materia de la Tierra es la misma en todo el Cosmos”. La construcción del conocimiento, tanto individual como colectivo, requiere de una sensación que parece poder tocar la imagen. Hay más pensamiento en esa percepción sensorial singular que en todos los volúmenes escritos por la academia.
En última instancia, la película apunta a vivenciar una experiencia histórica e íntima del dolor. El conocimiento producido en torno a este marco no admite ningún camino trillado. Tal vez sea necesario, para completar la información pendiente, el aunar esfuerzos entre distintas actividades. ¿Por qué no mirar este film como una posible exhortación a la comunidad científica para que emplee sus recursos en pos del hallazgo de cuerpos robados? Según Guzmán, nuestros orígenes se hallan en el tiempo  y los personajes que se alimentan de este hecho son astrónomos que esperan luces del pasado, arqueólogos que recrean los desplazamientos del pasado y mujeres que se angustian por la irresolución de su pasado. La cámara cinematográfica fluye entre los páramos con un único objetivo: el de reflejar nuestras propias preguntas.

Palabras que conmueven en ambas películas.
ENCUENTRO: lo inusualmente esperable.
OPORTUNIDAD EDUCATIVA: una salida al error.
SÍNTOMA: humanidad que rehúsa de sus consecuencias.
MATERIA: memoria que late.
PICAZÓN: necesidad.
LIBERTAD: picazón.
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Lucero Verónica
Antes de comenzar a ver el documental, decidí no obtener ningún tipo de información sobre el mismo. No recurrí a la reseña, ni me condicione sobre el título del mismo; simplemente me atrajo la palabra luz.
Desde mi análisis la Luz engloba un principio y un final, el amor entre Alfa y Omega. En donde se puede decir que de manera racional o científicamente comprobada de da el origen de la galaxia, de los sistemas, de los planetas, de las estrellas, de sol, de la Luna, de la vida.
Pero algo de tuvo que destruir para crear.
Luego de quedar pensativa, mirando y observando las maravillosas imágenes obtenidas desde los telescopios ubicados en el desierto, de ese romanticismo y misterio en los encuadres de las tomas, en donde una belleza desértica, con sus contrastes cromáticos, que según mi libre interpretación, con una multivisión (como propone Ranciére) plantea director en el documental, puedo decir que se manejan varios planos y de diversa profundidad sobre el tema del pasado. que en el mismo espacio físico ocurra una y la otra, que en el mismo espacio ocurra una legitimación y una deslegitimación del pasado, es un contraste abismal, como el del cielo y la tierra.
 Unir y complementar una visión más profunda y sentimental sobre el pasado, desde la resonancia de las experiencias del pasado de cada espectador; desde la cosmovisión que se le puede dar al término pasado y del rastro que ha dejado y de cómo cada uno de nosotros interpreta y convive con el pasado.
Sobre un pasado legitimado, con el apoyo tecnológico, aprobado social y académicamente y, con un pasado doloroso, tapado, literalmente.
Y aquí es cuando yo también me pongo a pensar.  La mirada de los astrónomos, que necesitan de ese pasado para hacer sus estudios, su trabajo,  su pasión.  Y la concepción que tienen sobre él y sobre la que tiene la sociedad.
Se contrapone el pensar de la sociedad, de ese contexto. Que no quiere olvidar ni tapar ese pasado, del cual también necesita respuestas, y lo busca, lo investiga.
Lo formal y lo sentimental se comprenden y legitiman entre sí, con el solo hecho de empatizar. 
Todo se fusiona y se hace más claro con el último testimonio. En donde las dos esferas de pensamiento se funden. Y logran un punto de neutralidad.
Y la mirada artística, la bella y estética, la que me hace disfrutar un documental.
Durante el transcurso del film pude apreciar la meticulosidad de los encuadres fotográficos, del manejo de las imágenes, logrando en mi esa inmersión en lo abstracto y sentimental. 

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